domingo, 7 de septiembre de 2014

Mil cincuenta y tres cosas

Con el primer sorbo de café,
con la fría mañana,
de esos fríos como cuchillos,
de esos cafés como ríos.

De ahí,
se agolparon
las mil cincuenta y tres cosas
que detestaba de vos.

Te noté sentada,
más allá de la mesa.
Lejos de todo aquello
que eras, que pudieras haber sido.

Y el pelo enredado,
tus quejas constantes,
tu hedor a cigarrillo,
la nicotina que brotaba de tu piel.

La forma en que cepillabas tus dientes,
La manera en que te acurrucabas
en el sillón.
Tus murmullos mientras dormías.

La maldita risa sonora,
Ese estúpido brillo en los ojos,
Aquellos labios carrasposos
Y las arrugas en la frente.

Enumeré cada acto,
cada gesto,
cada centímetro de tu ser
donde se producía el efecto.

Tus vestidos cortos,
y los largos también.
Los libros que leías,
tú manera de llorar.

La profundidad de tu ausencia.
Sobre todo la forma
tuya,
tuya de no gemir.

Todo lo odiaba,
con profundo rencor,
con las fuerzas
que nacen en el seno de las entrañas.

Pero a tu ritmo,
a tu estilo,
todo adquiría otro sentido.
Otra armonía.

Odiaba aquello,
todo lo odiaba,
de forma individual,
si lo sacara de una góndola.

Los domingos me haces
falta.
Amé todo de vos.


2 comentarios:

  1. Unos 30 años atrás existió una circular 1050. Muchos quedaron en la calle, sus casas hipotecadas y vendidas al mejor postor. Otros se hicieron ricos. Parece que así suele pasar con ese número y su versión y pico. Abrazo y no se preocupe, mañana ya es Lunes.

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    1. Los números tienden a repetirse, de una forma u otra. Y hoy, nuevamente, mañana es lunes. ¡Qué suplicio!
      Le dejo un gran abrazo.

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