viernes, 2 de agosto de 2013

No te vayas nunca

Preocupada, miró su reloj pulsera una vez más. El suave y dulce flujo de los segundos se cristalizaba en sus ojos. Comprobó la hora exacta con el viejo reloj que colgaba cerca de la cocina. Un gutural tic tac se hacía presente en la casa fría, húmeda, vacía.
La radio murmuraba noticias de ayer, de otro tiempo.
Ansiedad. La ansiedad se hizo presente en su cuerpo, en el movimiento convulso de sus pies contra el suelo, en las manos fuera de control, en el desarme y arme de bucles sobre su pelo recientemente peinado con un rodete. Las ollas a fuego lento cocinaban las verduras que religiosamente eligió, una por una, en el mercado. Una dulce torta de arándanos terminaba su cocción en el horno. Dos platos enfrentados, dos copas enfrentadas, un par de cubiertos enfrentados, un candelabro en el centro de la mesa uniéndolo todo desde el destello titubeante de las velas, depositados en el comedor, todo sobre una mantilla blanca, de formas romboides y fractales.
Él iba a venir. Era cuestión de instantes de que golpeara suavemente la puerta, que esté erguido más allá del ojo de pez en el pasillo, portando algún vino o algunas flores o quizás unos bombones. ¿Usará el traje negro, el gris o el marrón? Se preguntaba. Se distraía a sí misma, mejor dicho.
La ausencia se profundizó aún más al notar que llevaba media hora de atraso. No era usual en él, siempre puntual y odioso de las tardanzas. Quizás algún incidente en el tráfico o largas filas en la chocolatería para hacerse de una buena caja de bombones. Sí, eso debe estar atrasándolo. Además, ya no existían buenas chocolaterías, reflexionaba ella, en voz alta y acentuando las últimas palabras de cada oración.
Escuchó el crujir de las escaleras y pasos firmes y de hombre que se sucedían. No cabía duda alguna, era él que por no esperar el ascensor, se adentró a subir a pie los tres pisos en ese loco afán de los enamorados que siente la vida sólo al lado de aquel que aman. Corrió, ella, a baño, urgente. Se retocó el peinado, comprobó que el maquillaje no fuera excesivo ni omitido y logró acomodar su vestido casi pegado al cuerpo. Se sintió hermosa y era hermosa, valgame dios.
No logró aguardar que tocara la puerta y directamente la abrió para extender sus brazos y así no dilatar el entrañable encuentro de dos cuerpos que se aman. Sin embargo, una brisa profunda chocó contra su esencia quitando toda esa ansiedad que llevaba consigo. Desafortunadamente, dejó en ella esa amarga sensación de angustia, de la incapacidad expresiva, del ruido en el pecho hueco y del deseo de llorar una vida sin poder esbozar la más ligera y ridícula de las lágrimas.
Las ollas hervían su contenido y hacían golpear las tapas contra sí. La torta de arándanos se doraba por demás y su base pasaba de una esponjosidad majestuosa a una dureza de roble. Se dejó caer en la silla, absorta, mirando la perilla de la puerta silenciosa, omnipresente e incorruptible.
Sintió el rimel correrse, los zapatos ceder y el rodete deshacerse, fatigado, volcando mechones de pelo sobre los hombros y el rostro. Él, una vez más, no iba a venir. La triste escena de los viernes por la noche se repetía en la casa con total entereza e igualdad como la primera vez, como si fuese fiel a un guión ensayado una y otra vez. Ella lo sigue esperando, más allá de los doce años que separan el trágico accidente que le quitó la vida a él en el subterráneo, cuando se dirigía a la casa de su amada, elegantemente vestido con aquel traje gris que tan lindo le quedaba, que acentuaba sus hombros y su torso, abrazado a una caja roja de bombones de la mejor chocolatería de la ciudad.

3 comentarios:

  1. Suele ser una característica muy propia de los seres humanos, repetir ritos, ceremonias, en pos de intentar resucitar/recordar a los muertos. Los hay de todos los tipos, algunos inclusive adquirieron el status de religiones. Ahora 12 años...Tal vez, por un detalle, el que ella sea consciente de que quedan pocas chocolaterías buenas, puedo inferir, pecando de cierto Sherlockismo, que la mina cada tanto se da un gusto. El tipo de gusto lo dejo librado al pensar de cada lector. Fuerte abrazo!!

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    1. Es cierto. No queremos que nadie se vaya de la escena entonces entras los ritos para mantener siquiera vivo algo del ser. En la juntada, algo se me había ocurrido al respecto en base a no sé qué cosa de que se hablaba pero iba por el lado de las nuevas capacidades de almacenaje de datos: ¡qué increíble sería poder vaciar el alma de uno en algún pendrive! Lo que daría por vivir un ratito más.
      Y, bueno, ella lo espera los viernes, después se tiene que vivir de una u otra forma.
      ¡Fuerte abrazo y nos veremos pronto!

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  2. Con respecto al alma, siempre te queda la opción de venderla, alquilarla o ahora hasta tenés la opción del leasing. Creo que por el tipo de facebooks que algunas veces leo, más de uno ya lo hizo...Abrazo!

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