domingo, 2 de septiembre de 2012

La respuesta

Recuerdo aquella vez donde, todavía estando en el secundario, le pregunté al profesor de filosofía sobre sí existe todavía su materia hoy en días. Es decir, si es posible afirmar que, en épocas de la hiperinformación, de la hipervelocidad, de la hiperfornicación, cabía asentir que la filosofía seguía existiendo, tanto porque la mayoría (sino todas) las preguntas del cosmos se habían hecho como si ya nada importara desde que con las tarjetas de débito te hacen descuentos los días miércoles en indumentaria. Recuerdo que el profesor pensó un momento, tal vez considerando que ya había tocado el timbre y yo seguía en el aula, quizás deseando haber seguido otra carrera, no sé. Pero contestó. Dijo que todavía existían preguntar que desvelaban a los hombres, que nunca serán contestadas, como cuál es el sentido de la vida. 
Es curioso como, llegado a diversos puntos, uno recuerda nimiedades de su historia. Es como lo narran en testimonios, en películas, también en documentales. La vida pasa por delante de los ojos, como un film, como un fotograma lleno de sensaciones, en el momento justo donde la misma se esfuma, se está por terminar. Así, en el lecho, en la transición al más allá, se apersona la maestra de jardín regalando el beso más tierno, quizás se recuerda el primer tropiezo con la bici, la estrepitosa caída de una tostada con manteca y mermelada, mermelada de frutillas, la secundaria, el primer beso, el último, el amor, el viaje a Rosario con amigos, la vez que lloraste en una plaza, el aroma del primer café con leche en la oficina, el nacimiento del primer hijo, del primero nieto, etcétera.
Uniendo todo, básicamente recordé lo que me dijo el profesor por el hecho de que venía acarreando esa duda desde el momento en que la pronunció citándola como ejemplo. Desafortunadamente, el planteo de desafíos que, de antemano designan como imposibles de resolver, siempre me atrajeron, me atraparon hasta ser consumido y entremezclado con los mismos. Así, memoricé el número pi, me dediqué refutar a Kant y, obviamente, busqué el significado de la vida.
Sin embargo, no logré, hasta ahora, obtener una respuesta. Para sumar a mi infortunio, cabe decir que las dudas me atormentan, no puedo vivir conjunto a la constante incertidumbre. Fue así el cómo llegué hasta acá, a sentarme a pensar, a recordar. Éste viejo sillón verde que me ha acompañado en el decurso de mis días, siempre fue un lugar para reflexionar. Recuerdo los días que me encontré desvelado leyendo alguna novela interesante; las noches que cené sobre el mirando alguna película, quizás un partido de fútbol; siempre llegan a mis recuerdos los inviernos en que Mariela se sentaba en mi regazo y juntos escuchábamos la dulce melodía del silencio absoluto. Súbitamente, y entre los retazos de los recuerdos, se aproximaba la cara del profesor, su aliento a cigarrillo gastado y colonia barata. Conjunto a él, se hacia sonido su pronunciación, su exaltación en la palabra sentido, el suspiro en la vida. Me repetía la pregunta, como buscando respuestas. '¿Cuál es el sentido de la vida?' decía y se reía. Tuve la sensación de que estaba en un parcial, en un trimestral, en un final y yo no había estudiado. Quise ausentarme del aula, salir corriendo, dejando el sillón verde que posaba frente al escritorio del profesor, ir a repasar el guión que es mi vida en el pasillo, volver en la próxima fecha a rendir. Salto del sillón, del verde sillón y corro por un colegio al que jamás asistí, mientras escucho detrás la pregunta, una sombra que corre y pregunta '¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cuál es el sentido de la vida?'. Subo escaleras, descanso tras columnas despintadas y me arreglo la corbata del uniforme.
De pronto, siento un pinchazo, aprieto los ojos y los dientes y las ideas también, para sobrellevar el dolor. Comienzo a sentir frío, mucho frío. No puedo moverme, no puedo gritar y, ahora, tengo la respuesta. Los gritos del profesor se vuelven susurros, la sombra se convierte en una cara sonriente, llena de paz. 'La respuesta', pienso, en el punto justo de llenar mi boca de palabras, de razones que explicaran tamaño descubrimiento. Intento mover los labios desesperadamente pero ya no hay caso, ya no sirve, ya no tiene sentido. Sonrío por la ironía de los momentos, para dejar una sonrisa hasta en el último de los instantes también. Sé el sentido de la vida pero también sé que acabaron de decretar la muerte digna y que ya no pertenezco al mundo de los sentidos. Recuerdo, ahora, que hacía demasiado frío en el hospital.



6 comentarios:

  1. Quisiera aclarar que la canción de Carlos Alberto García Moreno no hace referencia sobre lo escrito, sobre la muerte digna en sí, principalmente el título de dicho tema.
    Para más información, por favor, redacte un mail con el asunto 'La respuesta'.
    Gracias.

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  2. Otra vez gratamente soprendido. Son emboscadas literarias muy interesantes Diego. Además, lo más valioso es cómo vas hilando un laberinto de imágenes hasta que de repente uno se encuentra en el centro y zácate te encontrás con el final!
    En cuanto al sentido de la vida, creo que es darle sentido, haberla sentido y de ser posible haberla disfrutado, aunque sea fugazmente. Yo soy de los bendecidos porque la disfruté muchas veces. Abrazo!!

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    1. Bueno, Ato, me alegra que te haya gustado.
      Una vez leí o escuché, no recuerdo, algo sobre que la vida es aquello que pasa mientras pensamos en su significado. Me gustó, en verdad, pero hoy en día me parece muy acotado, como para salir del apuro.
      Es muy buena tu óptica sobre esto que nos han dado sin manual de instrucciones. Yo agrego que no, que no hace falta que tenga sentido, razón, un algo, un por qué. Pienso y siento que en el preciso momento en que universalmente se le sea asignado un significado, la vida acabará, se esfumará, ya no quedarán secretos. Ese momento, quizás, será como la sensación de entrar a la oficina, un lunes, que suene el teléfono y que el café tenga sabor a algo que jamás volverá a ser.
      Espero que no lo entiendas como algo negativo. Lo que pienso, es lo más alejado de ello.
      Fuerte abrazo, Ato. Nos cruzamos en ésta nebulosa virtual.

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  3. Bueno Diego, la frase es de J.Lennon: "Life is something that happens while you are making plans", o algo así. Y está bueno, y hasta unos años atrás adhería a la frase: "Vive tu vida como si fuera tu último día, algún día tendrás razón" y de repente me di cuenta que si no te morís tenés que pagar la luz, el alquiler, etc. etc.
    Lo de darle sentido/propósito a la vida es sobre lo que se basa justamente la Logoterapia, invención de Viktor Frankl, sobreviviente de Auschwitz y autor del libro El Hombre en Busca de Sentido. Se lo recomiendo.
    Es bueno despertarse por la mañana sabiendo que algo, aunque no sea algo tan importante como inventar la vacuna contra el dolor de cabeza femenino o descubrir como vivir con $6 por día, algo, tiene para hacer y que hacerlo lo va a reconfortar. También se lo recomiendo. Abrazo!

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    1. Gracias a Google me rectifico: "Life is something that happens to you while you are busy making plans"

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    2. Y sí, tenía que ser tamaño tipo para tamaña frase.
      Y, con respecto al interrogante en general, le digo que esto, los comentarios, las maneras, todo, es lo que mantiene vivo el secreto, las ganas de saber, de hacer. Quién te dice que esto es lo que pienso ahora, que mañana pienso otra, que pasado lo que pensas vos, que algún día lo descubra pero que no lo crea por ser algo que nunca piense en saber. Por ello, me río, juego al respecto. No es falta o rehúso de razones lo que me acontece, todo lo contrario, maestro.
      Le hago caso a lo que me recomienda. Haré lo posible para leerlo por diciembre, cuando termine los apuntes.
      Y el Google es un grande. Para mí que él tiene el secreto de la vida, tiene toda la papusa.
      Fuerte abrazo, Ato.

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