lunes, 13 de agosto de 2012

Cita a ciegas

Jamás fui partidario de los juegos absurdos de las citas a ciegas pero mi amiga Carol sugirió que era buena idea, que ella justamente tenía una amiga que andaba en búsqueda de conocer a alguien interesante, agradable, salir de las globalizadas góndolas de hombres aburridos que ofrecía el mercado de la humanidad. Pensé que Carol me ofrecía un cumplido pero no lo quise acatar, ya antes lo habían dicho: 'No existe defensa alguna contra los halagos'. Indudablemente mi segundo pensamiento fue considerar por qué Carol insitia con arreglar esta reunión con su amiga, es decir, seguramente Carol le debía un favor a ella o algo similar y necesitaba cumplirlo de esta manera. Inmediatamente, pensé que la amiga de Carol tendrá alguna particularidad, alguna característica que la haya llevado a recurrir a las citas a ciegas para conocer a alguien. Es decir, cuando se transita la vía del encuentro con el desconocido es porque se han acabado otras alternativas más seguras, selectivas, dependientes de uno. Me refiero a que se ha fracasado por la propia cuenta y queda la oportunidad de la mano amiga como administradora del encuentro con un tercero. Además de esa posible opción para la amiga de Carol, se interpuso la opinión de que ella no haya sido muy agraciada, ya sea de manera física como socialmente hablando. Tal vez sea fea, aunque no conozco allegados a Carol que sean repelentes; o quizás no tenga tacto, probablemente esté alienada o sea histérica. Pero decidí que ya había fracasado por mi cuenta, dejaré que mi amiga se encargue de todo.
Carol me llamó a los dos días diciéndome que había una nueva exposición de arte, en una galería del centro, que ella es aficionada a pintores relacionados con el nihilismo y que sería buena ocasión para que nos conozcamos. Medité, mientras afirmaba lo que mi interlocutora ahondaba, que estaría bien como primer lugar. No está la incomodidad del silencio ya que hay diversos murmullos; también está la posibilidad de intercambiar ideas y percepciones con respecto a cada obra; luego, cerca de la galería, había un lugar donde servían linda comida, buenas bebidas. Pensé que sería una agradable noche, ya estaba arribando el calor de primavera luego de desnudas y frías noches de invierno. Le dije a Carol que sí, que no había problemas. Que me deje arreglar unos asuntos en casa, que en lo posible ella pueda acompañarme ya que, con mi habilidad para equivocarme, podría ir a flirtear a la persona equivocada y gestionar una gran salida con un verdaderamente extraño. Carol aceptó, dijo que me señalaría quién era ella, Maggie, su amiga, para poder llevar a cabo lo planeado. Me despedí con un hasta luego y dejé el tubo del teléfono en la original posición que acostumbra tener. Procedí a caminar los veinticuatro pasos que me alejaban del baño y empecé a bañarme.
Luego, una penosa duda se formuló en mis adentros, en el medio de la ducha, mientras enjabonaba mi angosto torso. ¿Qué es lo que se debe poner uno para ir al museo? ¿Qué atuendo es ideal para una primera cita y a ciegas?. Decidí que lo más acertado era cancelar y salí disparado del baño para llamar por teléfono a Carol y decirle que me sentía mal, inventar algo en el momento, tal vez un resfriado, quizás alergia a las pinturas renacentistas, no sé. Sin embargo, mi amiga me calmó, me dijo que vaya tipo casual, que no me haga la cabeza.
Terminé con la ducha y decidí irme, estaba casi llegando tarde, como siempre. Me encontré con Carol en la puerta, dijo que vió pasar a Maggie pero evitó que ésta la viera ocultándose detrás de un taxi. Entramos y nos conducimos a la parte de los pintores nihilistas. Y la ví, la ví luego de que Carol me la señalara primero. Era preciosa, con todo el estilo inspirado en su piel. Tenía una sonrisa perdida que danzaba sobre las pinceladas de los cuadros, mientras torcía la cabeza para contemplarlos de manera diferente, como si acabase de leer 'Las puertas de las percepción' y mirara todo con ojos nuevos. Carol me indicó que avance, que me presente, ella esperaba en otra sala.
Es así que me acerqué, intentando descartar su asombrosa belleza para no quedar en un plano inferior, y la saludé, me presenté como el amigo de Carol y ella rió, extendió su mano derecha y me dijo que era un gusto, dijo: Mucho gusto. Decidí en ese momento que era perfecto comenzar todo preguntando por lo que pensaba acerca de la obra que estaba en frente y ella contestó de una manera magnifica, puso en palabras todo el significado del artista, hasta logró conmoverme porque era exactamente lo que yo pensaba. Aunque, no lo pude evitar. No logré contenerme, seguir la conversación, hacer como si nada pasara. Le miré el escote. Me apresté a ojearle las tetas de tal manera que era imposible dar vuelta atrás a tremendo acto. Tenía que intentar seguir, preguntar algo, desviar la atención hacia otro extremo. Le pregunté qué hacia el sábado, ella contestó algo que nunca jamás logré captar por estar enfocado en sus dos perfectas y maravillosas tetas. Tuve que preguntar qué hacia el viernes antes de que abandonara la sala, antes de que se fuera para siempre. No contestó y noté que hasta los esfuerzos ajenos son imposibles conmigo.
Y ahora siento que he conocido al amor de la vida, aquella que sólo ocurre una vez y que ella me rechazó, se dio cuenta mi perversidad con sus tetas. Claro que lo he sentido, que he sido lastimado y que me tuvieron que ayudar a juntar los trozos de mi mismo que se desparramaron por un sucio piso de blancas cerámicas del museo. Sin embargo, considero que aquel amor que siento por Maggie tiene la facultad de perdurar en mis pensamientos, de calar hondo en los sentimientos por el mero hecho de que ella no estaba interesada, que no podía en el momento que yo sí y que no me permitió el tiempo necesario para que se erosionen las ilusiones plasmadas en su persona, aburrirme de ella quiero decir.




2 comentarios:

  1. Arte y tetas, no son buen combo, salvo que el arte o las tetas sean muy chotos o que el arte sea justamente fotos con buenas tetas, ergo el éxito de las porno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado.
      Me sumo a su reflexión, a lo que llega. Además, se podría agregar, que las tetas son un arte en sí mismo, que no importa lo demás, como pueden ser el dialogo o la trama pornográfica.
      Fuerte abrazo.

      Eliminar