martes, 7 de agosto de 2012

Explicación

Ana Laura me dijo que me invitaba a cenar. Me pareció raro ya que nunca lo había hecho. Si bien me había ofrecido a salir en otras oportunidades, jamás invitó. Dijo que tenía que decirme algo importante, que teníamos que hablar y le parecía oportuno hacerlo mediante una cena, en un lugar ajeno.
Fuimos a una pizzeria. Era un lugar que, antiguamente, solía ser afamado. Habíamos recurrido a este rincón de la ciudad en varías oportunidades en nuestras primeras salidas, luego del teatro, del cine quizás. Sin leer la carta, pedimos una fugazzeta rellena y una cerveza.
Apenas retirado el mozo, Ana Laura me indicó la oportunidad de hablar, le pregunté qué era eso que tenía para decirme. Sin extenderme, remarcó la necesidad de dejarme, de separarnos, de distanciarnos. Comenzó a dar explicaciones, qué fue lo que la había llevado a esta decisión. Me contó que lo habló con su analista, descubrió que no era feliz conmigo, que se merecía a alguien mejor, que sentía ganas de sorprenderse, de enamorarse una vez más. Dentro del torrente de excusas usadas, trajeron el pedido. La muzzarella chorreaba dentro de la bandeja donde vino la pizza. Se podía ver una especie de danza clásica que reproducían las cebollas dentro de un mar de muzzarella. Era todo un espectáculo.
Mientras nos servimos las porciones, Ana Laura continuaba explicándose. No me molestaba tanto lo que me decía empero logró conmoverme cuando me pidió que diga algo, que reaccione.
Yo tomé aire, procedí a introducir a mi boca un pedazo cortado de la fugazzeta rellena que reposaba en el tenedor, mientras ella juntaba sus manos en el mentón, sosteniendo, con la parte posterior de las mismas, su cara y permitiendo a sus dedos jugar con una servilleta casi de seda. Ella me mira, espera una respuesta, una reacción, algo de mi parte. Le han enseñado, en la facultad, en algún curso, que un estímulo produce una conducta en la otra parte, piensa que lo que dijo es un estímulo, que falta mi conducta. Me detengo a masticar. Siento la combinación del jamón con el queso, con la suavidad de una cebolla preciosa, pienso que sería oportuno volver a esta pizzeria en algún otro momento. Concreto otro corte en la porción, dejo relegado al nuevo bocado a la comodidad del tenedor, como tener una bala en la recámara del arma.
Tomo el salero y un servilletero, encuentro en el plato de Ana Laura un borde de masa, perteneciente a una extinta porción, que no comerá; también lo tomo y junto los tres elementos en el medio de la mesa. Ella levanta una ceja, la izquierda, y abre la boca, causando la justa impresión de querer decirme que soy un completo idiota por estar haciendo lo que hago. Levanto la mirada y, sin enunciar palabra alguna, hago una señal de alto, de que pare, extendiendo la mano derecha, mostrándole la palma. Dispongo los tres elementos, sumo un vaso, mi vaso, a la demostración. Primero tomo un sorbo del vaso, lo vuelvo a depositar. Junto, junto bien junto, a los cuatro elementos, los uno, los abarco con las manos, y le digo a Ana Laura: -Dentro de todas las líneas discursivas que conforman a la teoría del Big Bang, existe un páramo que explica el constante alejamiento de los objetos, principalmente, de los cuerpos celestes, estrellas, nebulosas y etcéteras.- a medida que voy diciendo lo anterior, procedo a separar los cuatro elementos en direcciones contrarias, unas de las otras. Prosigo: -Entonces, es posible decir que en cada momento, nos separamos, nos estamos distanciando en cada parpadeo. Quiero decirte que, seguramente, ahora no estamos tan juntos como cuando esta mañana orinaste mientras me cepillaba los dientes, ya dejamos de estar en el mismo plano como cuando pedimos la pizza, perdimos la distancia en el momento de servir la primera porción.- Ana Laura miraba la disposición del vaso, del salero, del servilletero y del borde de la pizza que continuaba alejando hasta que el tamaño de la mesa dijo basta. Ella, todavía asombrada por mi destello de genialidad, me preguntó: -¿Qué queres decirme con esto?
Tome el tenedor nuevamente que contenía el bocado de pizza y comí el contenido. Luego de terminar con este proceso, me apresté a contestarle: -Sé que estas poniendo de manifiesto tus ánimos de dejarme, de que nos separemos. Lo que yo me refiero es que sabía que esto iba a suceder, por el proceso del alejamiento de los cuerpos, sabía que era cuestión de tiempo. Ahora bien, te puedo refutar que no podes dejarme, que nunca estuvimos juntos sino que coincidimos en separarnos, en distanciarnos en todo momento, mientras compartíamos un escenario cercano pero en perpetuo alejamiento.- renové la servilleta y miré a Ana Laura que contenía, con ganas, lágrimas que no tenía previsto soltar, que nunca se había imaginado llorar.
Ella casi se recostó sobre la mesa, corriendo su plato, vaso y los elementos demostrativos, para susurrar un: -No me dejes. Me retracto. No sé en qué estaba pensando. Perdóname.- tomó aire por la nariz y cerró los ojos.
-Bombona, yo no te dejo, vos no me dejas. Todo es, simplemente, un proceso, una fuerza que se nos es ajena. Estamos destinados a producirnos una constante y creciente distancia.- pedí la cuenta y el mozo se acercó con el ticket en la mano, se notaba la ansiedad que tenía por que nos distanciemos del lugar. El mozo me dio la sumatoria y le dije: -No, paga la chica. Muchas gracias.



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2 comentarios:

  1. Debe ser la forma más original que he leído de zafar de pagar la cuenta!

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    1. A. Torrante:
      Le agradezco que no haya pasado ese detalle de largo. Hace a la historia que quise aprestarme a contar.
      Y, además, era hora que pagara ella.
      Fuerte abrazo.

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