jueves, 16 de agosto de 2012

Vapor de baño

Las diferentes necesidades hicieron que tanto Natalia como Camilo tuvieran que trabajar, lo cual recortaba el tiempo que podían compartir juntos. Esto se veía profundamente agravado debido a que ambos estaban empleados en turnos diferentes y contrapuestos.
Era una pareja deliciosa, digna de aparecer como ejemplos de fotografías en los portarretratos que se venden en el Tigre, en el puerto de frutos. Lamentablemente, como ya ha sido mencionado, los horarios laborales fueron impidiendo que se reúnan, se encuentre, se vieran siquiera.
Camilo se encontraba cumpliendo tareas en una fábrica de amortiguadores y de arreglos de cajas de cambio para camiones cisterna. No le gustaba mucho lo que hacía pero le pagaban bien, además, el trabajar de noche le traía beneficios compensatorios, es decir, le daban más guita. Por otro lado, Natalia era maestra jardinera en dos jardines, siempre amó a los nenes y desde que estuvo en el jardín quiso ser maestra. A parte del trabajo, ella estaba realizando una licenciatura sobre psicología relacionada al ámbito educativo y a los procesos sociales actuales. De tal manera, la pareja llego al dramático punto donde no se veían para nada ya que, como si todo fuera poco, Camilo trabajaba los fines de semana con los francos rotativos dentro de los días laborales de Natalia. Así, ocurría la desdicha de que cuando uno llegaba, el otro terminaba de irse.
Sin embargo, se mantenían en contacto mediante un curioso y adorable mecanismo. En el momento en que el otro se bañaba o cuando cualquiera de ellos terminaba de ducharse, se dejaban mensajes en el vapor materializado del espejo del baño, mensajes escritos con las yemas de los dedos. Toda la comunicación se daba por esta vía, desde deseos de buenos días o noches hasta las necesidades que planteara mantener el hogar. De la misma manera, ocurrían las peleas, discusiones y reproches mediante el uso de las esquelas de vapor sobre el vidrio.
Ellos sabían que no iba a ser fácil la convivencia, la relación, el todo que conformaban pero creían que el sacrificio de hoy les propiciaría un prometedor futuro, donde podrán estar juntos, felices, dejar de escribir en el espejo.
Desafortunadamente, la vida es un constante desencuentro producido por el destiempo. Así, la relación se fue desgastando. Las peleas a través del vapor del espejo se hicieron cada vez peores y trágicas. Natalia dejó de escribir su usual frase final, su 'Te amo hasta en los vapores' y la cambió por un 'Te quiero'. Camilo se deprimió por el mero hecho de que el hombre enamorado se deprime ante cualquier flaqueza que pueda tener el amor que no se le es devuelto en propicias cantidades. De a poco, Camilo decidió que tenía que hacer algo por el mismo, no se sentía nada bien. Así decidió ir dejando menos mensajes, menos afecto, procurando guardarlo para él, hacerse bien. Al parecer, la estrategia de Natalia fue la misma, sus respuestas o, cuando las había, comienzo de conversaciones, iban demostrando desinterés y hasta desconocimiento de frases, de promesas hechas y, en ocasiones, hasta el propio nombre de Camilo.
El hombre dijo basta y se mudó sin dejar mensaje alguno, quiso que todo quede en la nebulosa de los recuerdos, del vapor del baño, no se le apetecían las despedidas. Igualmente, no quería que Natalia sospechara, siquiera por unas semanas, por unos meses, en caso de que se arrepintiera y quisiera volver. Fue con esta idea que Camilo se animó a pedirle a su amigo Marcel que realizara las mismas actividades que él solía hacer dentro del hogar. Marcel era un gran amigo de Camilo, de toda la vida, desde que el uso de la conciencia les permitiera recordar, ellos se veían juntos. Marcel aceptó, no hubo mayores complicaciones.
A medida que pasó el tiempo, las semanas, los meses, Natalia iba recobrando, al parecer, un amor perdido por Camilo que era traducido en los mensajes que ella dejaba sobre el espejo. Natalia recuperó la gastada frase del 'Te amo hasta en los vapores' y usó un nuevo y mejorado repertorio como 'Quisiera prenderte el piloto' o 'Muero por pasar por tu palo enjabonado'. Marcel, que tenía ascendencia francesa, se enamoró. Los sentimientos no son moldeables y nadie es impermeable a caer en la dichosa laguna del amor. Así, el francés, como era el apodo de Marcel, contestaba con un 'Ansío depositar mi jabón en tu jabonera' o, en un rapto de lujuria e inspiración, 'Las nubes de vapor son extensiones de mi brazos que te rodean, de mis besos que te acarician y de mi poron', el espejo no era muy extenso como para continuar.
Marcel hizo lo valeroso, optó por la vía express del raciocinio y le contó a Camilo que era lo que sucedía, qué era lo que sentía por Natalia. Camilo lo entendió, eran amigos de toda la vida y supo apartarse no sin soltar una lágrima. El francés le comentó que esa misma noche iba a encontrarse con Natalia, que la iba a ver y que con su poron... Camilo no lo dejó terminar, pidió que lo perdonara, que se marchaba, que luego arreglaba con él por las pertenencias olvidadas en el viejo hogar.
Cuando Marcel llegó a la casa, se aprestó para acomodar las pequeñeces del departamento. También decidió cocinar un exquisito pato a la naranja que su abuela le había enseñado a preparar. Claro que no había pato, por no ser temporada, así que lo sustituyó con un pollo y, como se acobardó en arruinar la velada con la graciosa combinación de pollo y naranja, decidió hacerlo al horno y con papas. Era cuestión de minutos de que Natalia llegara de cursar y todo debería de estar preparado.
Por otro lado, Camilo decidió salir a caminar por el centro, por las viejas calles donde caminaba con Natalia, antes de irse a vivir, antes de que pasara todo esto que los condujo hasta esta situación. Camilo caminaba y lloraba, parandonse en las esquinas precisas donde se dedicaba a besarla hasta el cansancio, donde miraba el brillo de sus ojos dentro de la oscuridad de las noches, de la vida. Camilo no resistió y decidió ir al departamento a buscar a Natalia, impedir que todo pase.
Marcel estaba dando vuelta las papas en el momento que escuchó las llaves atravesar la cerradura de la puerta para dar paso a una esbelta y rubia figura con tacos altísimos, con piernas que prometían que todo iba a salir bien. Luego, una melodiosa vos, con tonada de Marseille, dijo: 'Bonne nuit, vapeurs dans le miroir'. Marcel la besó con pasión, ahorrandose palabras que estuvieran demás. Las papas se quemaron pero ya no importaba.
En el momento de llegar a la esquina del edificio, Camilo vió a Natalia sentada en la mesa del viejo bar que solían frecuentar, haciendo muescas con sus dulces labios empapados de un café con leche, con la mirada perdida. Camilo entró, la miró y la besó. Natalia le confesó que ella se había ido del departamento hace unos meses, que estaba viviendo con su mamá, que sintió que necesitaba un tiempo y dejó a su prima, Camille, recién llegada de Francia, suplantándola. Camilo pidió un café y le preguntó a Natalia cómo estaba, qué era de su vida.

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2 comentarios:

  1. siempre se qiere lo q se esta por perder...pollo al horno x el pato a la naranja jaja, me hizo reir un rato

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    1. Estimado Boy:
      Creo que sería redundante de mi parte decirle que es así, que uno anhela y desea aquello que no tiene, que está por dejar de tener. Pero, a falta de pensamientos propios u originalidad, tendré que ser redundante.
      Empero, permítame agregar. También sucede que por el sesgo propio, por las bicisendas unilaterales que creamos, olvidamos las perspectivas de alguien más, del otro. Es decir que por inventar, creer y actuar en base a lo imaginado, perdemos la noción de la contraparte, de la realidad si la misma existiera. De tal forma, perdemos lo que no queríamos perder, generamos ese mundo al cual temíamos. Es la profecía autocumplida a lo que me refiero, de la cual había dicho algo en otra ocasión.
      Y sí, encontrar un pato fuera de temporada es un quilombo.
      Me alegro profundamente haberle sacado una sonrisa.
      Gracias por su tiempo, espero que vuelva pronto. Fuerte abrazo.

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