sábado, 11 de mayo de 2013

Cuando de morir hablamos

En este momento, un joven estudiante, hijo de comerciantes, llamado Dionisio, cae muerto en la cruda acera de Atenas cuando es reprimido por la policía local, en el marco de una  protesta social.
Paralelamente, el soldado Bene es torturado hace días. Apenas se puede distinguir sus ojos de su nariz, producto de la inflamación que los golpes ocasionaron en su rostro. Recuerda cuando niño tomó su primer arma y leyó su primer libro, en un Congo menos corrompido, siquiera en su retina desprendida. Fuerte a sus convicciones, no dice una sola palabra a sus torturadores. Finalmente, muere, dejando un cuerpo sin uñas y famélico.
En otro marco, el adolescente Yuki redacta una breve carta de despedida para todos sus familiares y breves amigos. Deja olvidados, en un rincón de su escritorio, apuntes de matemática descriptiva. Siente que no puede más, que todo es muy competitivo todo el tiempo, y realiza el único acto de su vida que siente que es propio y en el cual puede decidir, ser participe: se suicida con un corte en la garganta. Llega a mirar, como una cruel despedida del mundo, los peces de colores que brillan y danzan, frente a vidrios y espejos, sin saber en realidad cuál es su hábitat natural. Se acuerda que se olvidó de alimentarlos.
El cuerpo de policía de la frontera de Texas, comandados por el Sargento Bukchow, encuentra los cuerpos baleados de Maria Soledad Cortes y de Fernando Esteban Machado Cortes, hijo de Maria. Sin miramientos, el comando coloca los cuerpos en una bolsa compartida, los carga en una de las camionetas y se dirigen al puesto fronterizo. Hace calor y los zapatos de Maria quedan en el desierto, junto a una carta que Fernando Rodrigo Machado, esposo de la difunta, había escrito con las instrucciones para poder llegar a la ciudad de San Diego, darse una chance para la vida.
Por acá, ya es otoño y una hoja es expulsada del conjunto social que integra en la corona de un árbol. Se desprende, arrugada, abandonada del color de la vida, y se precipita ferozmente contra una calle de adoquines, haciéndose añicos debido al mortal choque.
Y ahí esta Jorge, sentado en el living, hundido en un sillón desecho de la rutinaria tarea de cargar un tipo que no puede consigo mismo. Ahí esta, él, en su sombría casa de La Paternal, enalteciendo al ambiente de espeso humo producto de sus cigarrillos 43/70. Mira los noticieros, ocasionalmente hace zapping. Trabaja en la oficina de correos hace algo más de veinte años, donde le dieron una lápicera, qué aún no usó, en conmemoración por sus servicios prestados. Sueña con los fines de semana, en particular con los sábados,   donde tomó como habitó releer las cartas de una antigua novia de la adolescencia; sin embargo, los domingos por la tarde sale a la vereda y se deprime mucho. Una vez por mes come en El Palacio de la Papa Frita y ya no recuerda bien qué era lo que quería ser cuando era chico.

4 comentarios:

  1. No soy quién para criticar la vida y la muerte de los demás, pero desde hace tengo muy claro cómo quiero la mía, ojala la vida no sea garca conmigo.
    Se notó tu presente 'social' en este texto... bueno, en todos está.
    Un abrazo.
    HD

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    1. Claro, cada quién es libre de morirse como puede. También de vivir pero acá es un tanto más difícil.
      No sé cuál es mi presente social pero tengo una certeza, una verdad, un resultado redundante conmigo que, creo, jamás tuve hasta ahora. No quiero ser Jorge, no quiero vivir sin un sueño, no quiero mirar todo el tiempo el reloj y esperar. Quiero un motivo, eso es todo. Luego, morir sólo será una diligencia más.
      Gracias por pasar, nuevamente.
      Fuerte abrazo.

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  2. Y si fuma 43/70 ya hace rato que dejó de vivir. Y esto lo dice un tipo que fuma Red Point ($3,50 el paquete) Pero yo al menos se porque los fumo. Es decir, si la Parca viene por el lado del pucho, al menos no me va a costar tan caro.
    Una pena lo de todos, pero lo de Yuki me parece que fue precipitado, porque si aún degollándose le quedó como último pensamiento los peces, el tipo tenía algo bueno para dejarle al mundo. No me preguntes porqué, pero me recordó a Favaloro.
    Abrazo y tratá de ir a Palermo, creo que hay cosas que no debieran postergarse. Palermo además tiene su costado Sensible. Vale la pena.
    Igual que quede claro, podría ser también La Matanza o Mataderos, pero verás que no pegan sus nombres para el tipo de persona que escribe estas frases.

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    1. He visto los Red Point y he probado Indians, cigarrillos que duraron una temporada, negros creo, que el estuche de diez traía once porque, bueno, ¿marketing? cincuenta centavos en el 2004 el atado de diez/once. Y cuando la negra toca, toca de como le siente más cómoda.
      Lo de Yuki es interesante. Existe una especie de documental/película (además de distintos escritos) sobre las tendencias suicidas de los jóvenes japones y, en general, asiáticos. Es tanta la presión, la competencia, la fatalidad si no llegan a ser lo que piensan, que se angustian y se matan. Pasa también con las fábricas. En la planta Toyota, la de Japón, en las "auditorias" que se realizan como en un tribunal de justicia, se indagan las acciones de los obreros en distintas circunstancias. En caso de que se haya equivocado, el tipo es reprochado, sancionado y la vergüenza moral que recae por "haber fallado a la empresa" es tal que, también, se suicidan. De puta madre.
      ¿No pegan por que tira Tigre? ¿O es acaso por el recurso poético?
      Fuerte abrazo.

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