viernes, 8 de marzo de 2013

Instrucciones para escribir

Las siguientes anotaciones fueron escritas por Andrés Casares en el diario zonal del partido de San Miguel, publicado el día cinco de octubre del año 2010.

Instrucciones para escribir más o menos de forma elegante
También, además de servir como itinerario para el acto de la escritura, el presente bien puede ser una guía para la gestión o empresa de cualquier acción de índole artísticas.
Sin embargo, siendo yo ducho para las letras, comenzaré a dar el puntapié preciso para intentar resumir las menudencias necesarias para la creación letrada.
Primero, tome lápiz y papel. Bien se puede generar con una computadora pero las distracciones que esta genera pueden llevarlo a la búsqueda de resultados de partidos de fútbol o la compañía de señoritas que se encuentran, quizás, escribiendo como usted, produciendo, así, la desvirtualización de lo cometido. Por ello, se recomienda la rusticidad, la soledad y la introspección que el papel virgen y el lápiz o la lapicera enaltecedora generan.
Acomódese en un lugar cómodo, luminoso y, preferentemente, con la existencia mínima de distracciones. Es decir, que haya entre algunas y ninguna. Es harto imposible escribir una narración digna en la hinchada popular de Racing Club de Avellaneda dada las distracciones y la ebullición general de la masa de personas eufóricas que allí se reúnen. También, en los adentros de la casa, en la tristeza de un patio ausente de niños jugando a la pelota, de veredas caducas de jóvenes y eternas musas inspiradoras, se podría generar algo ligeramente recomendable. Además, la falta de distracciones da a lugar a la reflexión, a la autocrítica, a la melancolía, seguida de la tristeza y, finalmente, dando lugar al suicidio. Evite la muerte hasta el último momento, siquiera hasta ver publicada la obra.
Los lugares recomendables para dar el zapatazo liberador y, así, llenarse la boca de gol en esta hazaña, puede ser el bar Samsara en la galería de San Miguel, el hipódromo de Palermo un viernes antes de la salida de los oficinistas. También en el copetín al pasado en la estación Pueyrredón de la línea B del subte.
Una vez comenzado este encuentro, acodado en una mesa o en la barra de algún bar, con la disposición de los elementos sobre superficie firme, puede usted, ahí, abandonarlo todo.
No, no le estoy tomando el pelo, querido lector. Ahora viene lo esencial, preste atención. Aquello que le quiero decir es como un pase de Bochini a Bertoni. Fíjese, lo que hay que hacer ahora es, sin adornar y sin más firuletes, es vivir.
Salga de donde esté y adéntrese en calles que no conozca. Hágase de amigos en los talleres mecánicos, comparta con ellos sus costumbres y, en lo posible, anímese a conquistar a una prima o hermana de alguno. Al mismo tiempo, rompa relación con los amigos de toda la vida para darle el espacio a los nuevos.
Intente, todo el tiempo, tener más tiempo, tiempo para usted, como pidiendo adicionar quince minutos más como tiempo suplementario a un partido ya casi perdido. Hágase echar de su trabajo. Hágase echar de su novia actual y acepte todos los compromisos de reuniones para luego ausentarse al ir a otras citas.
Realice un viaje, en lo posible en tren. Recorra un ramal, ida y vuelta, con la ausencia de boleto. Converse con los taxistas y discuta de temas que no conozca con el encono y la seguridad que brindaría ser experto en la materia.
Busque pelearse por causas nobles. Defienda, siquiera una vez, al más débil sin importar el número de contrarios: son varias las anécdotas de la historia que refieren la ausencia de la verdad en las más cómodas mayorías. Entonces, póngase en el lugar incómodo y, aunque pierda, siéntase a gusto con lo hecho, con la defensa hasta las últimas consecuencias por aquello que uno cree, como la brutal defensa que presentaba el equipo de Boca con el Chicho Serna en el medio campo y el Patrón Bermudez como brutal número dos.
Luego, enamorese, lisa y llanamente. Enamorese muy rápido, tan ligero como las destrezas del Loco Houseman para el pique sobre la banda lateral, en puntas de pie, casi danzando en el aire.
Acá le advierto de una condición, estimado futuro colega. Debe usted enamorarse de aquella que jamás le pueda brindar el cariño correspondido. Es decir, usted deberá enamorarse de la mujer no correspondida. Desde allí, le advierto, podría acontecer la desdicha y el sufrimiento, formando una dupla delantera tan temible como aquellos Matadores del recordado San Lorenzo de Almagro.
Una vez conseguido lo anterior, los amigos nuevos del taller mecánico lo abandonaran por ser insoportable y dar lástima por su condición de enamorado, sumando a ello su falta de trabajo y su necesidad de dinero que lo llevará a pedirles unos pesos prestados. Observará, usted, cómo las causas nobles lo abandonan y cómo lo que uno ayer creía como única e irrefutable verdad, hoy se vuelve en astillas de un sueño roto. A partir de todo esto, los ramales de los trenes le parecerán todos iguales y le responderá con monosílabos a cualquier taxista que le consulte desde el retrovisor.
Estimado lector y futuro colega, le diré que, también, todas las calles le parecerán desconocidas y sombrías.
Sin embargo, los amigos de toda la vida vendrán a su encuentro. Lo ayudaran en la economía y lo escucharan en las repetidas historias, en noches largas de sinceridad. Usted se disculpará y todos lo llenarán de palmeadas, recordandole que la amistad se lleva junto al corazón y que jamás usted se encontró solo.
Cierto día, pasados los años y llegado a la certidumbre de que el único camino imposible es el del regreso, acomódese en aquella mesa o barra del café o bar. Retome al papel y a la lapicera o lápiz expectante, quienes lo han esperado con la paciencia de la esperanza ciega, y cuénteles cómo le ha ido. Sin querer ser vanidoso, comenzará, seguramente, por hablar sobre la mujer amada, inmortalizandola en versos que la comparen con todo lo mejor del mundo.
En el discurrir de las distintas líneas, usted observará que tiene una mágica experiencia, valiosa por donde la mire, capaz de dar respuestas y soluciones pero con la cual no puede contar por saberse con la certeza de que no puede volver.
Le advertiré que, también, sus palabras pueden pasar desapercibidas y no ser leídas o comprendidas que, básicamente, es lo mismo.
Sentirá todo lo hecho como inútil y, quizás, tenga razón pero, le aseguro, que el camino de la excelencia está minado de dudas, de trampas, de amistades maliciosas y de gambetas necesarias, donde uno siempre se ve a la mitad de camino, en el medio de la cancha, recibiendo la pelota de espaldas al arco contrario, al destino final y supremo, enfrentado a furiosos enemigos capaces de resignar sus propias vidas en pro de frenar el avance de uno. Pero no por ello usted habrá de rendirse, como lo supo Dieguito Maradona en aquella agónica corrida.
Recuerde: si las puertas de la gloria fuesen alcanzables sin esfuerzo y renuncias, todos seriamos tanto más miserables y pobres tipos.


(*) Aclaración: las referencias futbolisticas se deben a que Andrés Casares estuvo encarado, en aquella ocasión, de la redacción del suplemento deportivo. La nota no logró mayor trasferencia y éxito.
Hoy en día, el muchacho de San Miguel, sigue esperando la carta de algún lector o una mención en algún prólogo perdido en los mares de las historias.


12 comentarios:

  1. Uy! Y yo que siempre quise hacer un gol de media cancha aún sin saber jugar al futbol, de inconciente nomás, y vea a veces así las cosas no me salen tan mal.

    Buenas instrucciones diría Don Julio!

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    1. Las mejores cosas que uno puede hacer son las que no sabe. La ausencia de conocimiento para ciertas prácticas dejan el umbral abierto para, justamente, deslumbrarse a uno mismo.
      Pero más allá de la retórica, ¡qué salga todo mal! ¡que ya no importen los resultados! ¡perdamos hasta las últimas fichas de domino! Pero, por favor, juguemos, salgamos, raspemosnos las rodillas, hagamosle callos al corazón. Vivamos.
      TE dejo (tomando confianza) un fuerte abrazo.

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  2. Ahora entiendo porqué hay tan pocos buenos escritores.
    Igual considero que hubo y habrá menos Diegos, Pelés, Platinis, Cruyffs y Messis que escritores buenos, porque recordemos que el fútbol es el único deporte o arte (según quien lo haga) que se realiza con el pié.
    En cuanto a las sugerencias, lo de la prima, no, porque están lejos, pero lo de la hermana de otro/a (no hay que disriminar) es algo que voy a explorar, no porque pretenda escribir - ni bien ni mal, sino de curioso nomás.
    Abrazo!

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    1. A veces no importa en lo que uno se desempeñe, en lo que haga. Claro que hará más diferencia en el globo aquel que busca la cura al cáncer que aquel que se desvela por una pintura. Pero importa la destreza, las ganas de uno de querer ser mejor, siempre mejor a uno mismo. Hay una nota de Dolina que habla sobre Maradona y el dopping en el 94 y donde el negro (ya sé que no te gusta pero es genial lo que dice) habla sobre la excelencia. "En un mundo donde todos buscan un 4 para zafar, Dieguito Maradona era un 10". Más allá de los desatinos, de los desaciertos, hay que buscar la superación.
      Luego nos sentaremos a escribir, a charlar un poco al respecto.
      Y con respecto a las hermanas, bueno, la curiosidad descubrió América. Apoyo el concepto.
      ¡Fuerte abrazo!

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    2. Más que la curiosidad, la codicia y el afán de lucro, que también sirven para descubrir curas contra el cáncer, entre otras cosas- Algunas veces Dolina también se equivoca, en este mundo, la mayoría talvez busca zafar con un 6 o un 7 porque con un 4 zafás sólo en la Facu, y la Facu no es un lujo que se pueden dar todos, pero entiendo el concepto.
      Abrazo!

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    3. No, claro, son varios los factores que interceden pero encasillando una parte, podemos ver el resultado. Hay que ajustar la lente, eso sí.
      Y sí, con un 4 se zafa en la facultad. No es un lujo para todos, tampoco es un lujo para pocos. Dolina se equivoca, también eso es cierto. Pero a veces uno quiere creerle, más allá de errores, más allá de las verdades.
      Y no sólo a él, ojo.
      Fuerte abrazo.

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    4. Y algunas veces hace falta creer un poco, para no amargarse tanto. Hace bien, por más que después se arrepienta. Abrazo!

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    5. La amargura jamás es toda. Tiene que haber siquiera la esperanza de que todo va a estar bien para que logre su cometido.
      Hay que creer, eso sí.
      Fuerte abrazo.

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  3. Bueno, Andrés puede contar con la mención que vos le hiciste acá, que no es poca cosa.
    Lo loco es que muchos de los consejos los he cumplido sin saber que eran consejos para escribir, apenas los usaba para vivir.
    Un fuerte abrazo.
    HD

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    1. Eso es lo lindo. No vivir para justificarse, para decir por qué uno se mereció la vida y la enumeración de hechos y de elementos. Habría que vivir por el simple arte, por la abstracción misma que es vivir.
      Luego, si uno quiere, sentarse, mirar un poco para atrás y, si se quiere, contar algo al respecto. Pero no al revés.
      Eso era lo que buscaba.
      ¡Fuerte abrazo!

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  4. Leí el texto completito y me dispuse a ponerlo en práctica. Fui al taller de la esquina y, buscando una excusa digna, inventé un ruidito en el motor de mi auto. Después de tratar de explicar que no hacía bsbsbsbsbs sino brummbrummbrumm, me sacaron sin mayores miramientos a los empujones.
    Quise probar con el tren, pero las vías están inundadas por estos lares y hace rato que no pasa.
    Pensé que un bar era una buena forma de matar dos pájaros de un tiro: el bar propiamente dicho y encontrar alguien de quien enamorarme. El único que está abierto las 24 horas es el de la Terminal de ómnibus, así que para allá encaré. Pero nadie se quedaba el tiempo suficiente como para hacer amistad o enamorarme. Empecé a pensar que esto de vivir en un pueblo está perjudicando mi calidad de escritora. ¿Escritora?, se rieron mis amigos de toda la vida a coro.
    Me escondí en mi refugio personal, en mi dulce morada, huyendo de las risotadas e intentando encontrar paz, calma, silencio. Mi hijos jugaban a la pelota, no ya en el patio sino en el living.
    Y abandoné.
    Que querés que te diga.
    Abandoné, hermano.
    Que escriban otros y yo leo.

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    1. Lo escribiste todo, entonces. Lo leíste a todo, también.
      Nunca nada se renuncia para siempre. No dejemos que el abandono sea perenne.
      Siempre hay otros talleres, otros ruidos, otras vías. La vida es mucha.
      (Me agarraste positivo)
      Fuerte abrazo.

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