jueves, 7 de junio de 2012

Miedo

Es uno de los instintos más básicos, vos lo sabes. El miedo nos dejó con vida cuando comenzamos a ser hombres, a poblar este mundo, cuando alguno de los primeros pensó que era mejor esconderse que a parar de pecho algún elefante prehistórico. Todos tenemos miedo, hasta los animales y me parece que alguna que otra planta también. No me quiero ir por las ramas, es por decírtelo así, me sale así.
¿Vos nunca tuviste miedo? Habría que pensarlo un poco más. El miedo modifica nuestro comportamiento, nuestra conducta, con fin de preservarnos, de mantener la vida. Es así que nos alertamos ante un bocinazo, corremos intentando cruzar la avenida nueve de julio antes de que corte el semáforo o nos escondemos debajo de la sabana cuando un ruido extraño acontece en la zona aledaña a nuestro domicilio o paradero. Bueno, me estoy yendo de tema. La cuestión que te quiero decir que todos, en algún momento, sentimos miedo.
Recuerdo mi niñez, de jugar a la pelota, todo el tiempo, a toda hora. Jugar a la pelota a tal punto de no hacer ni pensar en nada más. No había nada más. Llegar de la escuela y salir a la calle, a la vida, a jugar, a patear, solo, con alguien, siempre había alguien, antes de las responsabilidades, antes de que nos enseñaran trigonometría y análisis sintáctico, antes de eso, antes de internet para el público, se podría decir. Jugaba, jugábamos todo los días, sin importar condiciones climáticas, la consigna era jugar. A tal punto dediqué mi tiempo al fútbol que me olvidé de andar en bicicleta, no sabía andar en bicicleta a los seis u ocho años, aprendí un poco de más grande, a los diez, once años.
¿Por qué te cuento, así, todo esto? Bueno, tenía miedo de andar en bicicleta. En un punto, cuando se paso la barrera de los diez años para todos los de la cuadra, fue como entrar en otro mundo, fue nacer de nuevo. La primera comunión marca, es una de las líneas divisorias de la vida, es como los paralelos y meridianos de la vida, marcan, dan referencia. Ahí todos tomaron sus bicicletas pero yo no, no sabía qué hacer con ella, no entendía el concepto, yo sabía jugar a la pelota. Mi vida social decayó, se fue por el caño, jugar a la pelota fue una actividad que empecé a hacer en el patio de casa, solo, imaginando partidos, goles, adversarios. Todos andaban en bicicleta. Perdón que me ponga así, sé que estas apurada, que te cité acá y que no es lugar ni momento para decirte todo esto. Pero lo tenía que decir, fue re triste no saber andar en bici cuando todos lo hacían. Me daba miedo caerme, las burlas, las crueles risas de los niños. La vergüenza ante los pares. Eso me generaba temor, las burlas, el no pertenecer. Finalmente, aprendí, todos me aplaudieron, se burlaron pero reí con ellos. Ya fue, hoy te lo puedo contar.
No, no fue por eso que te quería ver y contarte todo esto. Algo tiene que ver, claro. Ahora no tengo miedo, ya lo nuestro terminó. Me cepillé a tu hermana, cuando vos te quedaste dormida después del cumpleaños de tu tío. Garcha bien, tiene dos tetitas firmes, lindas. Al parecer, vamos a tener un pibe, Bruno se va a llamar, si es varón.



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